El profesor porriñés Amador Ordóñez trabaja en un plan europeo contra el acoso escolar

«Los niños ya no tienen un amigo íntimo en quien confiar, sino 500 en Facebook. Por eso, cuando se les presenta un problema no tienen en quien confiar y, si alguno publica algo sobre él, lo comparten todos». Veinticinco años de magisterio y más de dos décadas trabajando en programas interdisciplinares a nivel europeo avalan la advertencia de Amador Ordóñez Puime. Es uno de los tres profesores gallegos que representan a España en el proyecto que, bajo el epígrafe Colaboración transnacional en bullying, inmigración e integración en el centro educativo, reúne a 70 profesionales de 53 países bajo la coordinación de la Universidad de Dublín.

El objetivo del programa, que cuenta con una inversión superior a los 500.000 euros, es desarrollar nuevos contenidos y herramientas comunes que contribuyan a erradicar el acoso escolar en las aulas. Pese a las diferencias sociales, educativas, culturales y económicas, este primer año de trabajo permite ya unificar criterios. «Hemos hecho ya un mapa sobre los puntos y países sobre el acoso que sufren en las escuelas cualquier estudiante, los inmigrantes y las minorías, para organizarnos ahora por equipos y trabajar el problema desde todos los ámbitos para programar una intervención integral», explica.

 

Alguno de estos apuntes forman parte de los videojuegos patrocinados por la Xunta en cuya elaboración también participó Amador Ordóñez y sus compañeros Antonio Rial y Manuel Isorna, de las universidades de Santiago y Vigo, respectivamente, como wwww.schoolbulling.eu y www.parentnets.com. «El acoso físico se va reduciendo, pero despunta el ciberacoso a través de las redes, que tiene mucho más impacto», confirma tras las primeras reuniones con sus socios europeos. Según Ordóñez, los límites no están aún claros para los jóvenes «porque no saben hasta dónde llega la broma y dónde comienza el acoso».

La experiencia del docente porriñés refleja la peligrosa paradoja de que los menores nacidos en la era de las redes sociales tienen, sin embargo, menos habilidades y posibilidades de una comunicación real que les proteja. «Hay dos mundos, el físico y el virtual. Este último es una jungla con pocas normas y los dos se entremezclan», señala Ordóñez apelando a la necesidad de conseguir un equilibrio. Su orientación se basa en la cercanía, en la proximidad a los niños para conocer sus necesidades y problemas reales, que muchas veces llegan a través de las ventanas virtuales, imposibles de gestionar solos. «Es curioso, porque hay padres que no dejan volver solos a sus hijos de 12 años a casa y, sin embargo, descansan tranquilos cuando están en su habitación, con datos ilimitados a través de Internet», reflexiona. Los peligros de la calle se multiplican en las redes sociales y cada vez más temprano. «Aunque nuestro proyecto se centra en educación secundaria, en primaria ya hay bullying y hay que prevenirlo desde antes», insiste.

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